La cancelación electoral de Cristina obedece a la presión del FMI a través del uso del derecho para torcer la democracia y cambiar los destinos de los pueblos, no por el voto popular, sino por una dictadura judicial.

Se viene dando un cierto patrón para correr del escenario político-electoral a quienes ponen en riesgos los intereses de los grupos conservadores. Ecuador, Bolivia, Brasil, representan la experiencia de un mismo diseño, donde los “corruptos” que coinciden en la vocación política de ampliar siempre los derechos de los diferentes sectores sociales se encuentran de un solo lado, mientras que del otro lado, por más que existan innumerables denuncias o causas judiciales como las que tiene por ejemplo Mauricio Macri, no transitan en su normal proceso.

Su amistad con jueces y con la corte adicta le ha dado un blindaje extraordinario, de hecho, el fallo de la Corte Suprema no desconoce las vinculaciones con el ex presidente Macri, no es casualidad que al señalar en el fallo dicha relación expresen que no perjudica a la división de poderes. En estos fallos lo que se busaca no es la verdad, mucho menos la justicia, solo  la proscripción. Hablamos del impedimento a los pueblos a elegir soberanamente.

Este fallo judicial de idéntico procedimiento del Juez Moro que condenó a Lula da Silva para incidir en el cambio de escenario electoral y “golpear” a la democracia para que tiempo después la justicia brasilera terminara por pedir perdón a Lula y este regresar como presidente, es lo que veremos en argentina.  

El liderazgo que representó en América Latina y el Caribe en el mayor proceso de integración regional, el intentó por la mayor democratización del continente y su reciente lanzamiento en la carrea electoral, no le fue perdonado, y termina proscripta por un fallo que se transforma en  un golpe a la democracia.

Son las democracias en el pleno ejercicio de la voluntad popular de los pueblos los que deben castigar o no a sus líderes políticos. No le compete al poder judicial impedir a Cristina poder competir, por lo que este fallo evidencia que la convicción política del “fin del peronismo” era un mero relato, y el acta de defunción del peronismo un anhelo del conservadurismo, solo así se entiende como el poder económico entró  a jugar y a juzgar.

Son las democracias en el pleno ejercicio de las voluntades populares que cuando se sienten manoseados se movilizan, se encolumna, reaccionan. Hoy argentina se encuentra movilizada, resistiendo, hay un pueblo reorganizado cuyo ADN de justica social ha dado un gran mensaje: la de poner el proyecto nacional y popular por encima de los egos electorales. El peronismo supo leer el mensaje y su muestra de unidad por un proyecto colectivo popular vuelve a representar a las bases frente a un Estado de derecho que ha perdido su equilibrio.  

A Javier Milei hay que imponerle peronismo, esa es la consigna que se ha marcado. Un Milei que creó un partido religioso con un espíritu macabro para llevar a la sociedad argentina a discutir moralidades y a experimentar el mayor de los sacrificios, demonizando a la política para favorecer a los mismos de siempre. Hoy Milei y su partido religioso ve amilanado por el movimiento popular que resucita…el peronismo también encarna un componente religioso-teológico fundado en las enseñanzas sociales de la iglesia, con la diferencia que lo hace dentro del campo de la política, es decir, para retomar siempre las luchas por la defensa y la conquistas de los derechos políticos, económicos, culturales y sociales.

El libertario se encuentra apichonado fuera de Argentina en un “muro de lamentos”, sabe que este pueblo movilizado, resistiendo y en unidad con la política puede ser hoy ese fusible que estaba ausente  para canalizar tanta traición, confusión y descontento.

EN ESTA NOTA:

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